Relato del martirio del Imam Hasan (P)
El séptimo día del mes de Safar conmemora el martirio del Imam Hasan al-Muytaba (la paz sea con él). [1] Este mismo Imam, junto con el Imam Ali, Fátima (la paz sea con ella) y el Imam Husain (la paz sea con ellos), fue honrado con las doce bendiciones mencionadas en los catorce versículos de la Sura al-Insan. [2]
Un crimen significativo atribuido a Mu'awiya fue el asesinato del Imam Hasan, nieto del Profeta del Islam (PBD). Históricamente, existe un consenso considerable en que Mu'awiya fue responsable de la muerte del Imam Hasan a través de una conspiración.
El gobierno omeya, después de imponer el tratado de paz al Imam Hasan (P), aunque había alcanzado muchos de sus objetivos, seguía considerando la presencia del Imam Hasan (P) como un obstáculo para llevar a cabo algunas de sus malas intenciones. Entre los objetivos que perseguía Mu'awiya estaba la designación de un sucesor para sí mismo. Él temía la implementación de esta decisión, que contradecía los términos del tratado de paz con el Imam Hasan (P), y sabía que si intentaba hacerlo durante la vida del Imam, sin duda enfrentaría una fuerte oposición por parte de Hasan ibn Ali (P). Por ello, decidió eliminar al Imam por cualquier medio posible. Tras muchas investigaciones, consideró a Ya'dah, la esposa del Imam Hasan (P), como la persona más adecuada para llevar a cabo este objetivo malvado.
Se dice que Ya'dah, hija de Ash'az Ibn Qais, fue el instrumento utilizado en este complot. Ash'az y su familia eran aliados de los Omeyas. Los hijos de Ash'az estuvieron involucrados en el asesinato del Imam Husain (P) en Karbalá, y Ya'dah se había introducido en la casa del Imam Hasan (P) a través del matrimonio. Numerosas fuentes históricas señalan que Ya'dah envenenó al Imam Hasan (P) bajo las órdenes de Mu'awiya. [36] Después de ser envenenado, el Imam sufrió durante cuarenta días antes de alcanzar el martirio. Se relata que el Imam había sido envenenado en ocasiones anteriores, sobreviviendo a los intentos de asesinato. Sin embargo, en esta ocasión, el veneno fue tan potente que causó graves daños internos. [37]
El Imam Sadiq (P) dice en un hadiz:
Tras la traición del pueblo contra el Imam Hasan (P) y las conspiraciones de Mu’awiya en su contra, el Imam Husain (P) acudió a visitar a su hermano, el Imam Hasan (P). Al verlo, no pudo contener las lágrimas. El Imam Hasan (P) le preguntó:
“¡Oh Aba Abdil-lah! ¿Por qué lloras?”
Él respondió:
“Por la injusticia y las calamidades que te acontecerán.”
El Imam Hasan (P) le dijo entonces:
“Lo que me causará la muerte será un veneno que me será administrado en una conspiración. Sin embargo, ningún día será comparable a tu día, ¡Oh Aba Abdil-lah! Treinta mil hombres te asediarán, considerándose a sí mismos musulmanes y miembros de la Umma de nuestro abuelo. Se congregarán con la intención de matarte, derramar tu sangre, profanarte, capturar a tus hijos y mujeres, y saquear tus bienes. Entonces, la maldición de Dios caerá sobre los Omeyas, y del cielo lloverán cenizas y sangre. Toda la creación, incluso las bestias del desierto y los peces del mar, llorarán por esta tragedia.”
Algunos eruditos shiítas han considerado el 28 de Safar como el día del martirio del Imam Hasan (P), sin embargo, algunos también han mencionado el 7 de Safar como el dia de su martirio.
Tras el martirio del Imam (P), y siguiendo su última voluntad, se intentó sepultarlo junto a la tumba del Mensajero de Dios (PBD). Sin embargo, Aisha se opuso. Cuando el cuerpo del Imam fue trasladado para su entierro cerca de la tumba del Profeta (PBD), Aisha se presentó y exclamó: “Juro por Dios que, mientras tenga pelo en mi cabeza, no permitiré que sea enterrado cerca del Profeta.”[38] En ese momento, Marwan y sus seguidores lanzaron flechas contra el féretro del Imam Hasan (P). Se narra que el Imam Husain (P) extrajo 70 flechas que habían impactado en el cuerpo del Imam Hasan (P).[39]
Fiel al testamento de su hermano, el Imam Husain (P) evitó el conflicto y trasladó el cuerpo del Imam Hasan (P) al cementerio de Baqi'.
Consejos y Enseñanzas del Imam Hasan (P)
En la actualidad, la arrolladora influencia de la civilización occidental ha permeado las comunidades musulmanas, introduciendo elementos antirreligiosos, manifestaciones engañosas y una propaganda generalizada. Este encuentro entre la cultura islámica y la occidental amenaza los cimientos de la fe y las creencias religiosas del pueblo. [3]
En la cultura islámica y las comunidades religiosas, las creencias en la religión, los compromisos espirituales, la fe en el juicio divino del Día de la Resurrección y la conciencia de la presencia de Dios en este mundo son motivaciones y pilares fundamentales para una vida virtuosa. [4] Es crucial, por lo tanto, que cada miembro de la sociedad posea una comprensión sólida y razonada de los principios religiosos y las creencias. [5]
Resulta evidente que, sin la creencia en un origen fijo y permanente de las leyes y normas, el desarrollo de las habilidades científicas e industriales no conducirá más que a la ansiedad y el pesimismo, generando una corrupción moral y social, así como la degradación de los sistemas políticos y financieros. [6]
Alcanzar la dignidad humana a través de la obediencia a Dios
La obediencia y adoración a Dios es, sin duda, la cualidad más elevada de los creyentes. Los musulmanes, desde el inicio del Islam hasta el Día del Juicio Final, demuestran su sumisión a Dios al menos diez veces al día. Antes de dar testimonio de la profecía del Profeta del Islam (PBD), declaran su servidumbre ante Dios diciendo: "Y testifico que Muhammad es Su siervo y Su mensajero". En otras palabras, consideran que la servidumbre a Dios es fundamental para alcanzar la honorable posición de la profecía.
Ser siervo de Dios implica una dependencia absoluta de Él, es decir, no tener voluntad propia que contradiga la voluntad de Dios y obedecer Sus mandatos en todas las circunstancias. [8] Ser siervo de Dios significa no necesitar a nadie más que a Él, y enfocarse únicamente en Su gracia. Esta es la cúspide de la evolución humana, su mayor honor y gloria. [9]
Por lo tanto, la servidumbre a Dios es un tema tan importante que se menciona antes de la Profecía. Por esta razón, los musulmanes, cada vez que rezan, testifican sobre la servidumbre del Santo Profeta antes de testificar sobre su profecía. [10]
En relación a esto, en un hadiz, el Imam Hasan (P) le dijo a uno de sus compañeros llamado Yunada: "Yunada, si aspiras a ser respetado y poderoso sin depender de otros, deja atrás el pecado y la desobediencia. Busca la verdadera grandeza en la obediencia a Dios.” [11], [12]
¡¿Por qué nos sentimos desanimados al orar?!
La falta de entusiasmo en la oración puede deberse a varias causas, siendo las dos principales:
- Falta de fe en el propósito y en las acciones que realizamos. [14]
- El cansancio.
La falta de ánimo, tanto en el trabajo como en la oración, a menudo se origina en el agotamiento físico y mental. Lo experimentamos con frecuencia en nuestras actividades diarias, especialmente al orar. Llegamos a casa cansados del trabajo, y la oración se vuelve difícil, asociada con la pereza.
Ambos factores, la falta de fe y la fatiga, pueden abordarse mediante las siguientes recomendaciones:
Primero: Aumentar el conocimiento para fortalecer la fe en la práctica que se va a realizar. Por ejemplo, si se desea rezar, es fundamental comprender el significado de la oración y prestarle atención durante el rezo. Además, se debe intentar sentir que, durante la oración, Dios, los ángeles, los profetas y los Imames (P) están observando a la persona, lo cual puede generar una mayor atención y conexión.
Segundo: No posponer la oración cuando se está cansado. Es preferible realizar la oración al inicio de su tiempo y organizar la rutina diaria para que, al llegar el momento de orar, no haya preocupaciones ni fatiga. Según las narraciones, es desaconsejable realizar las prácticas de adoración sin entusiasmo y con fatiga, ya que esto impide aprovechar por completo los beneficios de la adoración. Por lo tanto, es esencial que el orante cultive en su corazón entusiasmo e interés por cada oración que realiza. [15]
La adoración debe ir acompañada de ánimo y entusiasmo, ya que el propósito de la adoración es purificar el alma y el corazón. [16]
La muerte de los ignorantes
Uno de los criterios más importantes que distingue a los "shiítas" de otras ramas del Islam es la creencia en el Imamato de los doce Imames (P). [17] Esto significa que, en cada época, debe existir un Imam infalible que sea reconocido. No reconocer a este Imam es considerado tan perjudicial que pone a la persona al borde de la incredulidad y la ignorancia. [18] En muchas narraciones transmitidas por Ahlul-Bait, la paz sea con ellos, se describe a aquellos que carecen de conocimiento sobre el Imam de su tiempo como opresores de sí mismos. [19] Un ejemplo de esto es el famoso hadiz del Imam Hasan, la paz sea con él, quien dijo:
"Quien muere sin conocer al Imam de su tiempo, muere como si hubiera muerto en la época de la ignorancia (Yahiliyya)." [20]
Según este hadiz, es fundamental que cada persona conozca al Imam de su tiempo. De lo contrario, morirá en un estado de ignorancia y extravío.
Los shiítas consideran este hadiz como una prueba de la importancia del Imamato. Argumentan que, según este hadiz, debe haber un Imam infalible en cada tiempo y lugar, y que es obligatorio conocer y obedecer a estos Imames. Para la escuela shiíta, el "Imam" mencionado en el hadiz se refiere a los Imames infalibles de Ahlul-Bait, y actualmente, al Imam Mahdi (P).
Sin embargo, los estudiosos sunitas interpretan este hadiz de manera diferente. Lo utilizan para justificar el liderazgo de los gobernantes y la obligación de obedecerlos. Los sunitas entienden el término "Imam" en este hadiz como el gobernante de la comunidad. Argumentan que la gente debe jurar lealtad a los gobernantes, independientemente de si son justos o pecadores.
En su interpretación de este hadiz, Ibn Taymiyya (uno de los fundadores de la sexta extremista del wahabismo) argumentó que los compañeros del Profeta (la paz sea con él) y otros musulmanes estaban obligados a obedecer y jurar lealtad a Yazid Ibn Mu'awiya como un deber islámico.
Ahora bien, ¿puede el Imam mencionado en este hadiz referirse a aquellos que han llegado al poder en los gobiernos? La respuesta es definitivamente negativa. Entre los gobernantes de los países musulmanes, desde la muerte del Profeta (la paz sea con él) hasta hoy, ha habido personas injustas y crueles como Yazid y Mu'awiya. En nuestra época, también existen líderes en los países musulmanes que dependen de las potencias orientales y occidentales, y que actúan como agentes de la política exterior. Reconocer a tales personas como Imames, sin duda, conduce a una persona al infierno. [21]
Por lo tanto, queda claro que en cada era y tiempo debe haber un Imam infalible que sea reconocido y cuyo liderazgo sea aceptado. [23] La prueba del Imamato de cada Imam se establece a través de los textos y hadices transmitidos por el Imam anterior al posterior, así como a través de sus milagros. [24]
Cuando aceptamos que los Imames infalibles fueron designados por Dios, y reconocemos su liderazgo y actuamos de acuerdo con sus mandatos, seguramente estaremos entre la gente del Paraíso. Quien los niega, en realidad ha negado el mandato de Dios y merece el infierno. [25]
Es evidente que todas estas expresiones concuerdan con la escuela shiíta, que considera que la designación del Imam es realizada por Dios a través del Profeta o del Imam anterior, y lo considera como el criterio para distinguir el bien del mal. [26]
¿Por qué tememos a la muerte?
En primer lugar, una de las razones principales del miedo a la muerte reside en el apego excesivo a la vida terrenal. La muerte implica la separación de la persona de su existencia amada, y a quien ha acumulado riquezas y disfrutado de las comodidades de la vida, le resultará difícil renunciar a todo ello. [29]
Además, aquellos que anticipan un destino en el infierno debido a sus pecados y acciones reprobables, tienden a aferrarse a la vida mundana con todos sus problemas. Por lo tanto, experimentan un gran temor ante la muerte. El Sagrado Corán menciona a un grupo de los Bani Israel, diciendo:
“Diles: «Si (tal y como pretendéis) la morada del Más Allá junto a Dios pertenece a vosotros en exclusiva descartando al resto de la gente, entonces desead la muerte si es verdad lo que decís». Pero nunca la desearán, por (que son conscientes de) lo que han anticipado con sus propias manos (hacia el Más Allá). Y Dios conoce perfectamente a los transgresores. Y ciertamente encontrarás que (estos judíos) son la gente más apegada a la vida (mundana), incluso más que los politeístas. Cada uno de ellos desearía vivir mil años, pero este hecho (de vivir tanto) no les aliviará el castigo (del Más Allá). Y Dios ve todo lo que hacen.” [30], [31]
Por esta razón, se relata en una narración del Imam Hasan (P), que alguien le preguntó: "¿Por qué odiamos la muerte y no la deseamos?" En respuesta, el Imam (P) explicó la causa de este sentimiento: “Porque ustedes han arruinado su vida en el más allá y solo han prosperado en su vida en este mundo; por eso odian pasar de la prosperidad a la destrucción.” [32]
Por lo tanto, el temor a la muerte es, en esencia, un miedo infundado, y la esperanza de una vida eterna en este mundo carece de sentido. Lo verdaderamente importante es estar preparados para la muerte y aprovechar nuestra vida de la mejor manera posible, ya que la muerte no representa la aniquilación total, sino más bien una transición. Es como pasar de una casa pequeña y limitada [33] a un mundo inmenso y lleno de bendiciones. Si nuestras acciones son guiadas por la pureza y la devoción a Dios, la muerte no nos perjudicará y no sentiremos temor al dejar este mundo. [34]
Prepárense para el Viaje
Yunada Ibn Abi Umayya narra:
Cuando el Imam Hasan (la paz sea con él) se encontraba en su lecho del martirio, me acerqué a él y le supliqué: "¡Oh, hijo del Profeta! Dame un consejo."
El Imam Hasan (la paz sea con él) respondió con las siguientes palabras:
“Prepárense para su viaje (al más allá) y alisten su equipaje antes de que se cumpla su plazo. Sepan que mientras ustedes buscan este mundo, la muerte también los busca a ustedes. Y cualquier riqueza que acumulen por encima de sus necesidades diarias, solo beneficiará a otros. Recuerden que por lo que es lícito en este mundo, habrá un cuestionamiento en el más allá, y por lo que es ilícito, habrá un castigo. Por lo tanto, consideren este mundo como un cuerpo muerto, y satisfáganse con él solo en la medida en que los mantenga con vida.” [35]
Notas
[1] Ahkame Azadari; pág. 122.
[2] Las aleyas del Wilayat en el Corán; pág.228.
[3] Cómo conocer a Dios; pág. 8.
[4] El mensaje del Corán; tomo 10; pág. 168.
[5] La doctrina de un musulmán; Pág. 1.
[6] Cómo conocer a Dios; pág. 9.
[8] Tafsir Nemune; tomo 19; pág. 307.
[9] Ibíd.
[10] Las aleyas del Wilayat en el Corán; pág. 311.
[11] Bihar al-Anwar, volumen 44, página 139.
[12] Anwar Hidayat, colección de temas éticos; pág. 313.
[14] Ética islámica en Nahy al-Balaqa; tomo 2; pág.215.
[15] Ibíd.
[16] Ibíd.
[17] Asl Shia; pág. 141.
[18] Cincuenta lecciones de los principios de la fe para la juventud; pág. 308.
[19] Tafsir Nemune; tomo 18; pág. 263.
[20] Usul Kafi, tomo 1, páginas 371 y 378; Bihar al-Anwar, volumen 23, página 92; Mustardak al-Wasail, volumen 18, página 187.
[21] Cincuenta lecciones de los principios de la fe para la juventud; pág. 308.
[23] Cincuenta lecciones de los principios de la fe para la juventud; pág. 308.
[24] Ibíd.
[25] El mensaje del Imam Amir al-Mu'minin, la paz sea con él; tomo 6; pág. 55.
[26] Ibíd.
[29] Anwar Hidayat, colección de temas éticos; pág. 103.
[30] Ver: Sura Al-Baqara; Versos 94-96.
[31] El mensaje del Imam Amir al-Mu'minin, la paz sea con él; tomo 9; página 559.
[32] Ma'ani al-Ajbar, página 390.
[33] El mensaje del Imam Amir al-Mu'minin, la paz sea con él; tomo 2; pág. 413.
[34] Ibíd; pág. 414.
[35] Bihar al-Anwar, volumen 44, página 138, h 6.
[36] Historia de Ibn Jaldun, Beirut, 1391 H., volumen 2, página 18.
[37] Tabari, Muhammad Ibn Yarir, Dar al-Maarif, El Cairo, página 514.
[38] Balazuri, Ansab Al Ashraf, 1417 H, tomo 3, página 61.
[39] Ibn Shahr Ashub, 1379 H, tomo 4, página 44